¿Cómo se cotiza el diseño? Existen muchas posibilidades, casi las mismas que clientes. Hace poco analizábamos el hecho que casi todos entran en el rubro en el cual solicitan diseño con un número en la mente o un presupuesto asignado, y que es importante aterrizar en ese nivel, empatando entonces el nivel de experiencia contra el de la empresa con quien queremos trabajar. (Puedes leer la primera parte del artículo si das clic aquí.

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Para cotizar el diseño, lo primero que siempre nos viene a la mente es por proyecto, pero hay otras opciones que nos dan una mayor flexibilidad y poder de negociación, aquí algunas de ellas:

1. Por hora

La pongo en primer lugar porque considero que es de las más importantes, especialmente porque debemos, antes que nada, calcular nuestra tarifa por hora. De esta base parten casi todos los modelos de cotización, y que si bien pueden presupuestarse de diferentes maneras, todas se remiten al tiempo que estaremos dedicando a cada proyecto.

Calcular la hora de trabajo implica un ejercicio que nos llevaría un poco de espacio, por lo que lo dejaremos para una próxima entrega; por hoy, solamente estableceremos que es la forma más común de trabajo: los médicos, abogados, plomeros, administradores, psicólogos y casi todos los trabajadores parten del tiempo que le dedicarán a cada trabajo, de ahí su importancia.

Lamentablemente son muy pocos los clientes que aceptan este formato de cobro, especialmente por la cultura en la cual nos manejamos, en la que desconfiar que estaremos facturando las horas correctamente implica una base de profesionalismo y confianza que difícilmente encontraremos con un nuevo cliente en primera instancia, pero existe una variante que resulta mucho más conveniente y viable:

2. Por póliza

Tal y como si se tratara de una tarjeta prepagada para hablar por teléfono, el cliente adquiere una póliza por cierto de número de horas, las cuales pagaría casi siempre al final del proyecto. Este sistema implica vender un paquete de 10, 20, 30 o cierto número de horas, las cuales se van reportando periódicamente, sea diario, semanal o por mes. Para ello es recomendable que nos hagamos de un programa que nos permita contar las horas que le dedicamos, que incluso nos pueden generar reportes muy específicos sobre el proyecto, fase, día y tiempo exacto dedicado.

Este sistema se recomienda para trabajar diseño aplicativo, es decir, desarrollar la identidad del cliente en piezas de comunicación variadas, desde un folleto, mailings o comunicaciones, de forma periódica y mezcladas entre sí.

3. Por iguala

También sobre una base de cobro por tiempo, la iguala —que dicho sea de paso, es una palabra horrible— funciona muy bien cuando nuestro cliente requiere de un trabajo regular y se dificulta estar cotizando pieza por pieza, siendo mejor establecer un parámetro de tiempo que se le dedicará al proyecto. Por ejemplo, una iguala podría implicar 40 horas de trabajo al mes, siempre con un margen de aplicación.

Normalmente este sistema de trabajo es más económico para el cliente, y para nosotros resulta conveniente ya que estaremos asegurando un flujo de efectivo constante, suba o baje el trabajo. Para ello, resulta importante establecer un periodo de tiempo en el cual la igual surtirá efecto, pudiendo ser por tres meses o un año, por ejemplo.

Cuando uno no tiene experiencia trabajando para ese cliente, siempre es bueno establecer un periodo de prueba para poder hacer ajustes (casi siempre entre uno y tres meses) y que esa forma nadie salga perdiendo.

4. Por intercambio

Sí, y no estamos en la época de los aztecas; son muchos los profesionistas que están dispuestos a trabajar por medio de intercambios laborales, productos o servicios: le puedes hacer su logo a un arquitecto y que te remodele la de tu casa, o para un restaurante a cambio de comidas gratis por todo el mes.

En estos casos resulta conveniente no intercambiar la totalidad de nuestro trabajo y establecer de cuánto es el trueque: si vamos a cobrarle originalmente $15 mil pesos por un trabajo, podemos dividirlo en $7 mil en efectivo y los ocho restantes por intercambio.

De la misma forma, puedes intercambiarlo por acciones de la empresa, lo cual puede aplicar cuando alguien está comenzando un proyecto, y si tú crees en él, puedes obtener una ventaja a mediano plazo.

5. Por renta

Aunque quizá de todas es la menos común, puesto que lamentablemente no existe una plataforma legal fuerte para sostenerla, sería ceder los derechos de uso de nuestro trabajo por tiempo definido, y después de ello, si el cliente quiere seguir utilizándola, volver a pagar por ello.

Este sistema es muy común cuando trabajamos con modelos, quienes rentan su imagen para campañas o con bancos de imágenes, que nos permiten su uso mientras paguemos la suscripción correspondiente.

6. Por proyecto

Este es el más común de todos, y curiosamente de los que nos quitan más tiempo. Es bueno porque el cliente puede tener certidumbre de lo que estará recibiendo contra el pago correspondiente y nos permite maniobrar perfectamente los cambios, alargues, cancelaciones o repeticiones de partes del proyecto.

En las próximas entregas tendremos oportunidad de desglosar cómo podemos elaborar una cotización por proyecto con todos los puntos que nos permitirán trabajar sobre una base confiable y redituable.

Design Lifer
Diseñador gráfico con maestría en diseño editorial por la Universidad Anáhuac y con cursos de Publishing en Stanford. Actualmente dirige MBA Estudio de Diseño, dedicado al diseño editorial, identidad y publicitario, además de realizar scounting y contratación de talento de diseño para diferentes empresas. Es profesor en la Universidad Anáhuac y la UVM. Le gusta la caligrafía, tipografía, la música y la tecnología.