La artista Eli Durst toma fotografías de cosas que deberían ser a simple vista algo aburrido, pero que desde su punto de vista muy particular, las escenas cotidianas se vuelven algo completamente cautivante.
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En cada una de sus imágenes se puede sentir la esencia y contexto que la rodea, como una tortuga gigante en un tanque diminuto, o dos hombres comiendo en el suelo de un estacionamiento McDonalds, todo parece completamente aburrido y cotidiano.
Al ver las fotografías, sin embargo, siempre habrá algo que llamará la atención y atraerá de inmediato. Mucho de esto tiene que ver con la sincronización. Durst escoge el momento justo, cuando la tortuga asoma la cabeza fuera del agua, o la mujer con el pelo rojo inclina la cabeza. Los momentos que captura parecen prístino, aunque a menudo son todo lo contrario.
Su serie es ecléctica, y su estética está en un estado de unidad, aunque los patrones surjan de la materia. Hay una gran cantidad de retratos o un foto que centra en la comida. Juntos, cada mezcla cuenta la historia de un lugar, su gente y los detalles que los acompañan, ya sean mascotas, una quemadura profunda o la propagación de alimentos aburridos. Son detalles que se pierden en lo maravilloso. Durst hace de lo normal algo totalmente apasionante.
