Parte del trabajo esencial de diseño consiste en el uso de fuentes y tipografía, aunque la mayoría no tiene muy claro cómo se componen y funcionan. Por ello, nos dedicaremos a adentrarnos en cuestiones que van más allá de abrir un menú y seleccionar una fuente. Quería comenzar con la historia de las fuentes digitales y terminar con la forma en que se programan y su marco legal, pero creo que los ahuyentaría muy rápido, por eso empiezo por enmedio, que es la parte práctica que nos toca como usuarios y que tiene que ver con la manera en que las descargamos de un disco o la web y las incorporamos al sistema.

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¿Dónde están?
Una fuente se compone de uno o varios archivos, y depende en gran manera por la forma en la cual esté programada. Para que funcionen correctamente, deben estar en un folder destinado para ello, llamado «Fuentes» o «Fonts» — si tienes el sistema operativo en inglés—. El problema es que en nuestra computadora existen tres carpetas llamadas así, y todas adentro de carpetas llamadas «Librería» (Quiero aclarar que en esta parte hablaremos exclusivamente sobre las Macs y su sistema operativo. En el ambiente Windows es parecido, pero no idéntico).

La ubicación de cada una de ellas la vamos a encontrar en estas rutas:

Disco duro > Sistema > Librería > Fuentes
Disco duro > Librería > Fuentes
Disco duro > Usuarios > [ tu usuario ] > Librería > Fuentes

La librería que está en el folder de usuarios seguramente no la vas a encontrar, puesto que a partir de la versión Mountain Lion (10.8) lo hicieron invisible.

Cada carpeta tiene un uso diferentes, como se describe a continuación:

Fuentes de sistema: Cuando compraste tu computadora seguramente te diste cuenta que no son muchas las fuentes que vienen cargadas por default, realmente son solo aquellas que sirven para que funcione de manera óptima. Esta carpeta se encuentra protegida, de tal forma que si quieres eliminar alguna de ellas, primero te pedirá la constraseña y después la generará de nuevo automáticamente. Es una especie de protección contra aquellos que por curiosos, descuidados o demasiado experimentales, acaban destruyendo parte del sistema operativo. Algunos ejemplos de las fuentes que se están precargadas con Helvetica, Arial, Times, Lucia y Verdana.

Fuentes de Librería: Cuando instalas algún programa especializado como Office y la Creative Suite, automáticamente carga un grupo más amplio de fuentes para que las puedas utilizar. Éstas se encuentran en el folder de Fuentes que está en Librería al primer nivel de tu disco duro. En esta carpeta tú puedes agregar fuentes de manera manual, así que si las arrastras a esta úbicación, el sistema las lee y aparecerán en el menú de los programas.

Fuentes del usuario: La esencia de que las computadoras tengan usuarios, es por si tienes que compartir tu ordenador con alguien más. Cada quien, al tener su propio usuario, puede tener programas o fuentes exclusivas, así como preferencias personalizadas, como el fondo de pantalla o carpetas personales de información. Aquí también existe un folder de fuentes, de tal manera que las que estén cargadas en este folder, únicamente serán visibles para el usuario en uso, no para los demás, a diferencia que en el folder de «Disco duro-Librería-Fuentes», que las que estén ahí serán visibles para todos los usuarios.

¿Cómo se instalan?

Para cargar una fuente existen varias maneras, pero todas terminan haciendo la misma acción. La primera es hacer doble click sobre ellas, acto seguido aparecerá una ventana que te mostrará su diseño con un botón de «Instalar». Al seleccionar esta opción, lo que el sistema hace es copiar dicho archivo a la carpeta de fuentes del usuario. Ojo, escribí copiar, no mover; lo cual implica que una vez instalada podemos tomar el archivo original y tirarlo a la basura (cosa que no recomiendo) o crear un archivo de tipografías aparte (lo cual recomiendo ampliamente). De esta forma puedes irte haciendo una colección privada de tus tipografías sin que estén todas activadas.

Una segunda opción es usar un pequeño programa que está cargado por default y que se llama Font Book. En esta aplicación podrás visualizar aquellas que ya están cargadas en el sistema, así como buscar en tu disco duro alguna otra que quieras instalar —incluso desinstalar, lo cual hará que el sistema haga un folder adicional llamada «Fuentes inactivas» dentro de la librería en cuestión—. El procedimiento es el mismo que en el caso anterior: al seleccionar la fuente se carga automáticamente creando una copia adicional en el folder de fuentes del usuario. Aquí la ventaja es que también puedes solicitar se cargue en que folder «Disco duro-Librería-Fuentes» para que sean útiles a todos los usuarios de la misma computadora.

La tercer opción es cargarlas manualmente, o sea, arrastrar los archivos directamente a cualquiera de los folders de «Fuentes», que en este caso, se leen de forma inmediata por el sistema operativo.

Existe una cuarta posibilidad, que es cargarlas a través de otro tipo de aplicaciones gestores de fuentes, como FontCase, donde las puedes activar y desactivar directamente en el programa.

Cómo hacer visible la librería de mi usuario

Al inicio de este artículo mencionamos que en la última versión del Sistema Operativo la librería está oculta en el sistema, pero hacerla visible no es tan difícil. Para visualizarla temporalmente, en el Finder, ve al menú que se llama «Ir» o «Go» y selecciona la tecla «Option». Ahí podrás ver el folder.

En las próxima entregas hablaremos sobre cómo están programadas las tipografías y el dolor de cabeza que han sido históricamente llegar a los tipos de archivo que manejamos actualmente.

Design Lifer
Diseñador gráfico con maestría en diseño editorial por la Universidad Anáhuac y con cursos de Publishing en Stanford. Actualmente dirige MBA Estudio de Diseño, dedicado al diseño editorial, identidad y publicitario, además de realizar scounting y contratación de talento de diseño para diferentes empresas. Es profesor en la Universidad Anáhuac y la UVM. Le gusta la caligrafía, tipografía, la música y la tecnología.